lunes, 16 de junio de 2008

Romance de los vanos encuentros




Hoy me re-encontré casualmente (entendiendo los límites de la casualidad) con este fragmento de la obra de una vida, conviene no preguntarse por qué se me acercó al recuerdo este poema de Julio Cortázar, y tras leerlo, especialmente, "pienso en el ayer que ataba
con una risa dos sendas,
cuando jamás nos cruzábamos
tú y yo en camino a la escuela." me apeteció sumarlo a este mi pequeño espacio, no se necesitan en realidad más excusas para hacer algo así, por lo tanto creo que no hay más que deba decir.



Romance de los vanos encuentros



No preguntes quién pone en este canto
un alma destinada al sufrimiento
y un pobre corazón que te ama tanto.



I
Bronces de las ocho y media
nos llaman cada mañana
-entre tu casa y mi casa-
de dos cornisas y un breve saludos de camaradas.

¡Estás tan bella, vestida
de crujiente espuma blanca
bajo ese sol de las ocho
que te ciñe y que te alaba!

Sus amarillas saetas
bordan en tu pelo el aura
que me recuerda las leves
imágenes de las santas.

(Pienso que rezarte a ti
tal vez me salvará el alma...)

II
Las campanas matinales
ponen música en la senda
por donde a tu escuela vas,
por donde voy a mi escuela.

Tontamente, tontamente
me vuelve la vieja idea
cada vez que nos cruzamos
en nuestras rutas opuestas:
pienso en el ayer que ataba
con una risa dos sendas,
cuando jamás nos cruzábamos
tú y yo en camino a la escuela.

Con una misma campana,
con una misma existencia,
y por una misma calle
con sol de las ocho y media...
Para nosotros, entonces,
había una sola escuela.

III
La señorita maestra
pasa vestida de blanco ;
en su oscuro pelo duerme
la noche aún, perfumado,
y en lo hondo de sus pupilas
yacen dormidos los astros.

Buenos días señorita
del caminar apurado;
cuando su voz me sonríe
olvido todos los pájaros,
cuando sus ojos me cantan
se torna el día más claro,
y subo la escalinata
un poco como volando,
y a veces digo lecciones.


El Puerto de Santa María, a 16 de Junio de 2008.

1 comentario:

Maga dijo...

Me encanta y no sólo porque es de Cortázar sino por que evoca imágenes de amores, que sin ser sólo infantiles, son inocentes y por lo mismo honestos. Esos en que "las campanas matinales
ponen música en la senda" cual banda sonora de un lindo romance...

Saludos.